La naturación urbana se ha convertido en una herramienta esencial para revitalizar nuestros espacios. Pero, cuál es el origen de los jardines verticales que han abierto una puerta a la naturaleza en sitios urbanos, al aire libre o internos.
Una pared verde es una poderosa forma de conectar con la naturaleza y mejorar nuestro entorno urbano. Los jardines verticales se han convertido en una solución innovadora para espacios limitados, brindando una oportunidad única para integrar la naturaleza en lugares donde antes parecía imposible.
La vegetación ayuda a purificar el aire, absorber el ruido y regular la temperatura, lo que contribuye a un entorno más confortable y agradable. Además, pueden albergar una amplia variedad de plantas añadiendo armonía y vitalidad a cualquier espacio.
El origen histórico de los jardines verticales
A lo largo de la historia, los jardines verticales han sido apreciados en diferentes partes del mundo.
Si nos remontamos al pasado, los Jardines Colgantes de Babilonia son el ejemplo más antiguo conocido de jardín vertical. Se cree que fueron terrazas escalonadas sobre enormes piedras, cubiertas con arbustos, flores y árboles.
Más tarde, se encontrarán jardines verticales en la América precolombina y en la arquitectura de la antigua India, en forma de terrazas abruptas.
En la cultura romana, se destacaba la integración de los edificios en el paisaje mediante grandes pórticos y galerías que daban paso a jardines colgantes. Los romanos también colocaron árboles en la parte superior de edificios institucionales y en los mausoleos de sus emperadores.
A principios del siglo XX, la vegetación seguía desempeñando un papel relevante en la llamada «arquitectura orgánica» un movimiento que promueve la armonía entre el hábitat humano y el mundo natural iniciada por arquitectos escandinavos y el estadounidense Frank Lloyd Wright. En el movimiento inglés «Garden City» también se utilizaban plantas trepadoras en las fachadas de las casas.
En los años treinta, hubo una disminución en la utilización de jardines verticales en Europa debido a las nuevas técnicas de construcción basadas en conceptos funcionales que no favorecían las fachadas verdes.
El profesor STANLEY HART WHITE el inventor del jardín vertical
Fue White Hart el padre de los jardines verticales modernos que en el 1938 patentó un sistema de muros vegetales, aunque su invento no tuvo mucho éxito más allá de los prototipos en su patio trasero en Illinois.
Patrick Blanc y las paredes verdes modernas
Patrick Blanc es considerado el verdadero divulgador y creador de los actuales muros o paredes verdes. Blanc ha realizado numerosos diseños en todo el mundo desde que patentó su sistema en 1988. Por ejemplo, el edificio «Caixa Forum» en Madrid, instalado en 2008, fue el primer jardín vertical de este tipo en España.
Se especializó en plantas de selvas tropicales y observó cómo algunas plantas podían vivir sin suelo de forma natural, siempre que tuvieran agua, luz y nutrientes. Basándose en este conocimiento y experiencia, inventó los jardines verticales en forma de muros vegetales, utilizando especies de diferentes colores, formas y texturas para crear una obra de arte viva que evoluciona con el tiempo.
Los jardines verticales a nivel internacional
“Convertir los edificios en árboles y las ciudades en bosques” William McDonough
La implementación de jardines verticales ha alcanzado una escala internacional. Ciudades de todo el mundo han adoptado esta tendencia, desde Nueva York y Singapur hasta París y Madrid. Se han convertido en un símbolo de sostenibilidad en muchas ciudades.
La popularidad de los jardines verticales ha aumentado debido a varios factores.
En primer lugar, ofrecen una solución innovadora para contrarrestar la falta de espacio en entornos urbanos densamente poblados.
Al aprovechar las áreas verticales de los edificios, se pueden crear oasis verdes en medio de la ciudad, mejorando la calidad del aire y proporcionando beneficios ambientales.
Ayudan a reducir la huella de carbono al absorber dióxido de carbono y liberar oxígeno, y contribuyen a la mitigación del cambio climático.
También ayudan a aislar los edificios, actuando como una capa adicional de aislamiento térmico y reduciendo así el consumo de energía necesario para la calefacción o refrigeración.